La pulga maldita
viernes, 2 de enero de 2015
Una vez que mi novia me empezó a reclamar porque le usaba demasiado su auto, indignado, le dije que no necesitaba esa basura con ruedas...y así fue como me quedé a pie.
La desesperación se apoderó de mi pues ya estaba aburguesado, se me había olvidado caminar y salía muy caro andar en taxi. Además perdía el equilibrio sin las llaves del auto en el bolsillo. Finalmente por un aviso del diario, encontré un auto que por su precio (unos 150 dólares) me pareció conveniente: un Suzuki 550 Custom, una pulga.
La pulga del hombrecito meticuloso
El dueño era un señor de afilado bigotito con cara de hombre meticuloso que me dió mucha confianza, el auto estaba brillante, buena pintura, tenía parrilla y una larga antena patrullera en el parachoque de atrás, junto con un enorme banderín de la Virgen de Las Peñas colgando del espejo. Lo compré enseguida y le saqué todo eso. Mala idea como comprobaría más tarde .
Al festejar la compra comianzan los problemas
El autito duró como dos días andando bien, al tercero invité a mi amiga Marlene (entonces era mi secretaria) a celebrar la compra y nos fuimos a la isla sin sospechar lo que me esperaba. Luego de comprar las cervezas el auto no partió,:de noche se le descargaba la batería y había que hacerlo andar empujando -total, es liviano, pensé- empujamos y así nos fuimos camino a la costanera.
Los dueños de Suzuki son sospechosos
Los carabineros estaban controlando, descubrí entonces que el Suzuki te hace inmediatamente sospechoso de no tener amigos influyentes (no hay peor delito en Arica que ese) así es que me pararon y en términos muy duros me pidieron los documentos, después de revisarlos con mucho cuidado me dejaron seguir, de mala gana. Pero había que empujar, y los carabineros, siempre listos, se sacaron la gorra y cooperaron. solo que a poco andar se me rompió el cable del embrague, así es que me tuve que ir todo el camino en segunda.
¿Quien era la JETTA?
Nos estacionamos al borde del mar, discutiendo: yo estaba de muy mal humor y acusaba a Marlene de ser la JETTA que me traía mala suerte, mientras ella atacada de la risa, lo que me ponía más furioso, se defendía diciendo que todo era culpa de haber sacado el banderín de la virgen de Las Peñas. Una especie de castigo de Dios.
Una rueda en el suelo
Bastante irritados, decidimos irnos, pero al andar un par de metros me dí cuenta que tenía un neumático en el suelo, al parecer se había desinflado solo y no tenía gata, repuesto ni llave de ruedas. enojados nos bajamos para devolvernos a pie a nuestras respectivas casas, pero cuando llevábamos varias cuadras me acordé que no había puesto el freno de mano y el terreno estaba en declive. Tuve que volver corriendo a frenarlo, pero cuando tiré el freno de mano ¡también se cortó la piola!. finalmente con grandes piedras le bloqueé las ruedas aunque no pude dormir tranquilo recordando que hasta con un corta uñas se podían abrir las puertas y llevarselo.
Al día siguiente, explosión
Al otro día me conseguí prestadas una gata y llave de ruedas y me fuí (a pie, unas 12 cuadras desde mi departamento) a sacar la rueda mala, después tuve que llevarla a la estación de servicio a inflar (unas 7 u 8 cuadras más con un sol de diablos). Finalmente, mas sudado que Meltman me puse a inflar la rueda y... ¡KABLOOOOON!. la cámara me reventó en la cara tirándome un par de metros, lo único que recuerdo es cuando me estaban despertando porque quedé aturdido un buen rato con la explosión de la cámara.
Al mal tiempo buena cara
Eso pensé, además me dije a mi mismo "aún tenemos Mastercard, ciudadanos" y aunque estaba cesante y la usaba con cuentagotas, partí acomprar un nuevo neumático y una piola de embrague. Lo primero es lo primero, yo no pensaba quedarme a pie.
Luego me fuí a un mecánico para cambiar la piola de embrague. Después de colocarla el tipo me dijo muy serio que "el auto estaba cojeando" y que si no le abria la culata para ver que tenía se me podía fundir en cualquier momento, no le hice mucho caso pero al tratar de llevarme el auto simplemente no partió. Ni que decir que entonces yo no entendía nada de mecánica y de mala gana tuve que dejar el auto frente a la casa del mecánico (que ni siquiera tenía taller).
El engaño
Me fuí para la casa a "make up my mind" y olvidar un poco los problemas. Al día siguiente volví más optimista donde el mecánico y me encontré que había sacado la culata por su cuenta y riesgo mostrándome horrorizado los pistones llenos de agua. De haber sabido un poco de mecánica me hubiese dado cuenta del engaño: el tipo simplemente les echó agua con una taza para impresionarme, me dijo que el motor estaba "muerto" y que no valía la pena arreglarlo. Y yo me tragué el cuento como un niño chico.
Un trato es un trato
¿Y ahora que hago? tuve la mala idea de preguntarle al mecánico "jefe, me dijo, mejor desármelo y véndalo por partes, yo se lo desarmo y me paga con un par de repuestos que necesito" Me pareció un trato razonable, total, el auto estaba maldito, mejor desarmarlo y olvidarse de todo.
Pero la maldición todavía no me abandonaba, el "par de repuestos" que se llevó el mecánico fueron el motor, los vidrios, caja de cambios, palieres, en fin, todo lo que valía algo, dejándome el puro esqueleto inútil. Cuando fuí a reclamar salió una señora muy asustada (yo estaba furioso) que me dijo que el tipo "se fue al sur" y no sabía cuando iba a volver.
La maldición persiste, pero mi mente se ilumina
Pasaron los años y el problema de guardar el inutil chassis del auto me perseguía, recordándome la cadena de estupideces que había cometido. Por fin se despejó mi cerebro e hice la primera cosa lógica en mucho tiempo: ponerme en la buena con mi novia para que me volviera a prestar su auto
Casi le pego al tipo equivocado
Mucho tiempo después, mientras estoy echando combustible en un servicentro me encuentro de frente con el mecánico que me había engañado, casualmente iba tambén con Marlene, me bajé del auto furioso a increparlo y el tipo solo atinaba a mirarme con los ojos muy abiertos sin comprender nada. No era el, yo siempre he sido muy mal fisonomista y me equivoqué de persona, al final tuve que darle excusas y retirarme mientras Marlene se retorcia dela risa por el ridículo que acababa de hacer. La maldición me persiguió hasta el final.
Moraleja
De toda esta cadena de males (no es primera vez que me pasan) traté de sacar una lección. Y después de mucho analizarlo llegué a una conclusión:
O bien tengo mala suerte, o bien soy muy huevón .
Y esa fue la triste historia...
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